Mi crucifijo cuelga en una pared lateral de mi habitación.
Le rodeaban sonrientes personajes santos, de caras familiares rostros risueños que incluían el propio.
Ayer quité estas fotografías, dejándote en tu cruz solo, en una simple pared blanca.
Hoy he amanecido y me he enfrentado a una cruz mía, una humillación.
Después de llorar amargas lágrimas, he vuelto mi mirada a ti, Jesús, allí en la pared.
Me has sorprendido una vez más,
con tu única y personal cercanía.
con tu única y personal cercanía.
Yo, sintiéndome desnudo, solo y sin sonrisas, me encontré acompañado por ti,
más solo, más desnudo,
colgado de una sombría cruz,
más solo, más desnudo,
colgado de una sombría cruz,
Sin eufemismo alguno para atenuar tu soledad.
